“Creo que podemos esperar que, libre de la pesada carga del miedo, del privado miedo económico y del público miedo a la guerra, el espíritu humano se remontará a alturas hasta ahora no soñadas. Hasta ahora, los hombres han estado siempre cohibidos en sus esperanzas, sus aspiraciones y su imaginación por las limitaciones de lo que ha sido posible. Han buscado alivio al dolor y a la tristeza en la esperanza de una futura vida en el cielo. No hay razón para que la vida en la tierra no haya de estar llena de felicidad. No hay razón para que la imaginación haya de buscar refugio en el mito. En un mundo tal como los hombres podrían hacerlo ahora, si quisiesen, la imaginación podría ser libremente creadora dentro del marco de nuestra existencia terrenal. En tiempos recientes, los conocimientos se han desarrollado tan deprisa, que su adquisición ha quedado confinada a una pequeña minoría de expertos, pocos de los cuales han tenido la energía o la capacidad de impregnarlos de sentido poético y de penetración cósmica. El sistema astronómico de Ptolomeo halló su mejor expresión poética en Dante, y para ello hubo de esperar unos mil quinientos años. Estamos sufriendo una indigestión de ciencia. Pero en un mundo de educación más emprendedora, esta masa indigesta podría ser asimilada y nuestra poesía y arte podrían crecer y abrazar nuevos mundos que una época cantaría. Podemos esperar que la liberación del espíritu humano nos traiga nuevos esplendores, nuevas bellezas y nuevas sublimidades, imposibles en el constreñido y cruel mundo del pasado. Si nuestras actuales cuitas pueden ser superadas, el hombre podrá mirar hacia adelante en un futuro inconmensurablemente más largo que su pasado, inspirado por una amplitud de miras, por una continuada esperanza, perpetuamente alimentada por un continuo triunfo. El hombre ha tenido un comienzo estimable para un niño – porque, en un sentido biológico, el hombre, la última de las especies, es todavía un niño-. Ningún límite puede ponerse a lo que ha de conseguir en el futuro. Con los ojos de mi imaginación veo un mundo de gloria y alegría, un mundo donde las mentes se expanden, donde la esperanza no se anublará, y donde lo que es noble ya no será condenado como traición a este o aquel mezquino objetivo. Todo esto puede suceder si dejamos que suceda.”
Bertrand Russell
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